El síndrome del impostor es, a nivel emocional, un malestar estrechamente relacionado a sentirse poco valorado y que podemos identificar de la siguiente forma:
En el ámbito laboral, el pensamiento recurrente es “No estoy calificada para este puesto” o también se ve reflejado en tener expectativas salariales notoriamente más bajas que el promedio por “no merecer”.
En lo académico lo asocio directamente con un enemigo del aprendizaje que aprendí del coaching ontológico: “pero quien soy yo para... “
Y en lo social, ¿no les ha pasado que les da vergüenza estar en un lugar porque se sienten fuera de lugar? Y empiezan a mirar a los demás, el atuendo, la confianza al hablar, risas, personas mirando a otras atentamente a lo que dicen mientras sentimos que nos achicamos más y más.
Les quiero compartir unos números para que profundicemos sobre este tema
7 de cada 10 personas afirman haberlo sentido en algún momento
70% de los trabajadores creen no merecer su éxito profesional
86% de los jóvenes entre 28 y 34 años sintieron no merecer su puesto de trabajo mientras las personas entre 45 y 54 años son quienes menos lo experimentan
Para reflexionar:
¿Si miramos hacia atrás, nos hemos encontrado en esta situación?
¿Qué podemos deducir respecto al síndrome del impostor en los dos rangos de edad mencionados?
¿Cómo podemos lidiar con los demonios que no nos permite estar confiados con quienes somos y desenvolvernos en cualquiera de los tres ámbitos mencionados?
Sin duda es un tema sin una sola respuesta e importante de abordar en todos los contextos de nuestra vida.
Les comparto la información que presentaré y sus respectivas fuentes, con la finalidad de incentivar la conversación en torno a este tema, revisar las propuestas que hay para superarlo y tener una persona mas en este mundo sin el síndrome del impostor.
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